«No queremos importar ni un clavo. Queremos que todo sea producto argentino», sentenció la Presidenta ante empresarios de la construcción. Tal accionar despierta críticas, aplausos y también resignación. Muchas firmas se vieron obligadas a venir para evitar la «temida» Aduana. ¿Cuáles son?
Por Juan Diego Wasilevsky
Ante un contexto internacional cada vez más adverso, la expresión «sintonía fina» viene colándose con mayor frecuencia en cada uno de los discursos de los funcionarios nacionales.
Y su principal impulsora es, justamente, la presidenta Cristina Kirchner, que en cada alocución destaca la necesidad de que «los argentinos trabajen juntos» para «cuidar lo conseguido» hasta ahora.
Y en lo que analistas consideran un contundente giro en la estrategia kirchnerista, parte de esa «sintonía fina» consiste en fortalecer aún más los lazos con el sector industrial y en mantener a raya al sindicalismo.
Es un hecho: desde las elecciones de octubre, la Presidenta, mientras le fue poniendo paños fríos a su relación con la cúpula mayor de la CGT, no ahorró ningún esfuerzo a la hora de dejar en claro su nuevo acercamiento con el arco empresarial argentino.
Así, tras llamar al titular de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, como «mi amigo el Vasco» y recibir una catarata de aplausos de un sector que antes no ahorraba críticas, Cristina llevó su «política de acercamiento» a la Convención Anual de la Construcción (CAC), donde afirmó que «es necesario no depender de la importación. Por eso no queremos importar ni un clavo y queremos que sea todo producto argentino».
¿El resultado? Una nueva ovación, con empresarios nuevamente de pie.
Y esta «estrategia de seducción» del oficialismo hacia los ejecutivos de negocios no quedó allí. Por el contrario, desde que ganara las elecciones, la Presidenta decidió mostrarse en prácticamente todo acto que estuviera vinculado con algún plan de inversiones.
Así, en las últimas semanas se la pudo ver cortando la cinta del parque industrial Pibera, de Berazategui; inaugurando la ampliación de una metalmecánica; poniendo en marcha una máquina encuadernadora en Barracas; recibiendo a directivos de Scania; recorriendo la planta de Pacheco donde Ford comenzó a producir motores; participando del lanzamiento del nuevo Peugeot 308 en El Palomar; presentando una pulverizadora para el campo en Santa Fe, o visitando la planta de General Motors en Rosario.
Pero Crisstina no está sola en esta cruzada: en esta «primavera» entre kirchnerismo y empresarios juega un rol clave la ministra de Industria, Débora Giorgi, quien viene fustigando con mayor dureza que de costumbre a la competencia importada.
«Se acabó el verso del país de felices consumidores con empresas que cierran», disparó días atrás la funcionaria, quien agregó que «si volvemos a tener planchas importadas a 5 dólares en Argentina seguramente las veríamos sólo por las vidrieras y no las podríamos comprar, ya que no tendríamos trabajo».
Así, el plan oficial será el de reforzar los «ingredientes» clásicos que ya se vienen utilizando desde que estallara la crisis de 2008: más control aduanero y mayor freno a los productos importados.
Sin embargo, desde el Gobierno advirtieron que para sostener este modelo como contrapartida se necesita un mayor compromiso empresario y contar con inversiones anuales por u$s30.000 millones.
De este modo, dejó en claro que sólo los sectores que desarrollen procesos productivos y den empleo a nivel local serán aquellos que puedan beneficiarse con un mercado protegido.
Ayer, importado. Hoy, nacional
Ante el férreo control aduanero, la decisión de cada vez más empresas del exterior -muchas de ellas multinacionales-, pasó a ser la de radicarse en suelo argentino.
«Las empresas que antes importaban ahora invierten para fabricar en el país», disparó recientemente Giorgi.
Desde Industria incluso aseguraron que «en los últimos meses el interés de empresas extranjeras se reflejó en la llegada de firmas líderes como Pirelli, John Deere, BlackBerry, Adidas, Electrolux y Converse, entre otras».
Todas estas compañías son, justamente, algunas de las que no pudieron torcer la política del «corralito» -entendiéndose como tal la obligación de exportar por el mismo monto que importan-.
Sin embargo, estos casos son apenas la punta del iceberg de un fenómeno que logró un gran alcance en un amplísimo abanico de sectores:
• Electrodomésticos
Es una de las ramas de actividad más apuntaladas por la política del «cerrojo», dado que tiene un alto impacto en el consumo y el nivel de fabricación genuino es más elevado que en otros sectores, como el de autos.
De la mano de los mayores controles las importaciones fueron cayendo en picada. Cabe recordar que hace unos meses se llegaron a acumular 50.000 electrodomésticos en la Aduana.
Así, en los últimos dos años:
• En el caso de las cocinas, el ingreso de unidades bajó un 70%.
• En lavarropas la entrada de productos del exterior se redujo un 50%.
• En lo que se refiere a heladeras, la contracción de las importaciones fue del 30%.
Como contrapartida, la participación de artículos con sello nacional en el mercado doméstico ahora va del 80% al 95%.
Entre los anuncios más significativos está el de la compañía de origen sueco Electrolux, que este año desembolsó u$s200 millones para adquirir una planta en Rosario.
Por su parte, la chilena Mabe inauguró su nueva planta en Haedo -en la que desarrollará lavarropas- y amplió la fábrica que posee en San Luis, donde producirá heladeras no frost de alta gama.
En tanto, el gigante mundial de los electrodomésticos, el grupo francés SEB se asoció a la nacional Percomin para comenzar a fabricar planchas, licuadoras y batidoras bajo la marca Moulinex.
Otro peso pesado que en los últimos días anunció que iniciará su producción en la Argentina es la multinacional Oster, que fabricará planchas en Rosario y sustituirá importaciones «made in China» por varios millones de dólares.
• Electrónica
Es el caso más emblemático y al que siempre suele recurrir el Gobierno a la hora de hablar de los éxitos de las medidas proteccionistas.
El mensaje es claro: quien no produzca en Tierra del Fuego, tendrá dificultades para ingresar sus artículos a la Argentina.
Así por ejemplo, Blackberry -luego de padecer durante meses el freno de sus teléfonos en la Aduana- decidió comenzar a producir sus smartphones en la isla; lo mismo que Hewlett Packard, que inició el desarrollo de notebooks.
Así, según datos oficiales, en el caso de los celulares, en la isla este año se producirán más de 8 millones de aparatos, un 45% más que en 2010.
En el caso de las tablets, hay 16 proyectos presentados para llegar a los 200.000 equipos el primer año.
En lo que respecta a computadoras personales, el Gobierno ya cuenta con unos 20 proyectos para fabricar casi 7 millones de unidades, con una inversión de 420 millones de pesos.
• Textiles
De acuerdo al Gobierno, en los últimos tres años el sector redujo sus importaciones en un 11%. Producto del actual «cerrojo», las empresas vinculadas al negocio tienen proyectadas inversiones por $360 millones.
Un caso testigo es el de la brasileña Coteminas, que acaba de ampliar su planta en Santiago del Estero para así convertirse en la principal fabricante de toallas de la Argentina.
El plan de la compañía de capitales extranjeros es el de sustituir importaciones y reducir el ingreso de productos «made in Brasil» de 1.500 a 600 toneladas anuales.
• Motos
Desde el Gobierno destacaron que «la política de sustitución de importaciones, junto con la aplicación de licencias no automáticas, impulsaron a empresas líderes en el mundo como Honda, Yamaha y Suzuki a realizar inversiones para aumentar su producción local».
En el caso de Honda, invertirá $3 M para comenzar a fabricar 5 modelos en el país. Hasta ahora, los mismos se importaban desde Brasil.
Por su parte, Suzuki instalará una planta de ensamblado, previa inversión de $1,7 millones.
En tanto, directivos de Yamaha también le comunicaron al Gobierno que realizarán un desembolso en los próximos meses.
La política proteccionista es muy marcada: las empresas están obligadas a importar un 40% menos que el año pasado. Además, aquellas que sí tienen plantas en el país, por cada moto que ingresan, deben ensamblar dos en la Argentina.
• Calzado
La Argentina mantiene un duro conflicto comercial con Brasil. Semanas atrás, empresarios de ese país habían denunciado que había varados en la Aduana más de 4 millones de pares y que perdieron unos u$s100 millones.
En cambio, en la Argentina los ejecutivos están de festejo: este año se fabricarán 115 millones de pares, casi 7 millones más que el año pasado, en un contexto de caída de importaciones.
En medio de las dificultades para ingresar productos del exterior, la última jugada la realizó la marca Adidas, que invirtió casi $40 M para pasar a fabricar 900.000 pares en el país, casi el triple en relación al año pasado.
En la misma línea, la licenciataria de Converse semanas atrás inauguró una nueva planta para ampliar la producción. Paralelamente, la compañía viene reduciendo sus importaciones de calzado en más de un 60 por ciento en lo que va del 2011.
Además, marcas como Penalty, Olympikus o Havaianas, que antes sólo exportaban desde su Brasil natal, en los últimos dos años se vieron obligadas a instalarse y a fabricar en la Argentina.
• Maquinaria agrícola
Desde el Gobierno estiman que la Argentina necesitará en los próximos 10 años 250.000 tractores. Y Giorgi dejó bien claras las cosas al asegurar que «no podemos regalar semejante demanda interna».
Así, las empresas del sector recibieron la orden explícita de importar menos, producir más y revertir un rojo de u$s425 millones.
Semanas atrás AGCO, una de las principales empresas de maquinaria agrícola del mundo, anunció la construcción de una nueva planta en la cual pasará a fabricar equipos bajo marcas como Massey Ferguson, que hasta ahora se venían importando.
Por su parte, Case-New Holland, del Grupo Fiat, desembolsará u$s100 millones para producir en el país tractores, cosechadoras de gran porte y motores.
A estas firmas se sumaron los anuncios de John Deere -invertirá u$s130 millones- y la brasileña Stara, que fabricará pulverizadoras y fertilizadoras, que antes traía desde Brasil.
• Neumáticos
Según números oficiales, de la mano del boom automotriz la industria de los neumáticos en Argentina está creciendo a un ritmo del 10%.
Además, desde el Gobierno festejan que «la política de sustitución de importaciones se tradujo en inversiones para el sector y, en consecuencia, en más producción».
Como contrapartida, la participación de lo importado en el mercado local no para de achicarse: actualmente es del 40%, contra casi el 60% del 2008.
• Juguetes
Tras declararle la «guerra» a las Barbies y a otros productos, el Gobierno llegó a un acuerdo para que la multinacional Mattel apoye comercialmente a la empresa nacional Dimare y así potenciar las exportaciones de juguetes argentinos.
Sin embargo, el «cerrojo» excede a esa empresa estadounidense y complica a todas las marcas del exterior.
Así, en lo que va del año ya se instalaron tres firmas extranjeras para fabricar localmente y no perder mercado: la brasileña Sulamericana -que fabrica productos bajo la licencia de Warner y Disney-, Chicco -líder en la producción de juguetes y accesorios para bebés- y Hasbro, que se asoció con una empresa nacional.
Una alianza clave
A la hora de explicar este nuevo acercamiento del kirchnerismo hacia el sector industrial, Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional, destacó a este medio que «el Gobierno entendió que necesita de una fuerte alianza con el empresariado argentino para enfrentar estos momentos complicados, porque los coletazos de las crisis internacionales siempre pegan por el lado del comercio exterior y de las inversiones».
Por eso, «la Presidenta se adelantó y buscó su apoyo en tres puntos clave: las futuras discusiones salariales, para intentar bajar la presión inflacionaria; la reinversión de utilidades y la sustitución de importaciones, para sostener el empleo y compensar una potencial baja de las exportaciones argentinas».
Muchos industriales argentinos se entusiasman. Y hasta han dejado de lado sus históricos reclamos por los constantes cambios en las reglas de juego o para que se acelere la suba del dólar y así recuperar competitividad cambiaria.
Para ilustrar este panorama, cabe recordar una reciente frase del «ahora oficialista» José Ignacio de Mendiguren: «En el 2001 importábamos choclos desde Francia, pomelos de Israel. Y hoy exportamos de todo. El país puso en marcha toda su capacidad productiva».
Una frase polémica para algunos, pero que resume la «sintonía fina» que busca el Gobierno con buena parte del empresariado a la hora de imponer el «Made in Argentina».