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En el país en guerra con lo importado, esta es la «odisea» que atraviesan los empresarios para traer productos de afuera

Todos los días se habla de nuevos faltantes. Detrás de las quejas de los ejecutivos locales y hasta de gobiernos extranjeros se esconde un complejo laberinto de trámites y exigencias impuestas por Guillermo Moreno y que tienen como fin cuidar el preciado «colchón» de dólares

Por Juan Diego Wasilevsky

En la Argentina de la «sintonía fina», hablar de faltantes se convirtió ya en una costumbre, en un tema que se menciona todos los días.
Remedios, indumentaria, repuestos para autos, motos, juguetes, computadoras, electrodomésticos y hasta pisos flotantes forman parte del amplio abanico de productos que, a causa del «cerrojo» de Guillermo Moreno, escasean en góndolas y comercios de la Argentina.

En este contexto fue que comenzaron las tensiones internacionales desde los principales países con los que comercia el país, tal como anticipara iProfesional.com (ver nota: )
De a poco, tras las presiones ejercidas por los empresarios del exterior, diversos gobiernos comenzaron a amenazar con enfrentar la «escalada proteccionista albiceleste» en los tribunales del Mercosur o, incluso, de la OMC.

En este contexto, el canciller argentino, Héctor Timerman este martes salió al cruce de la ola de críticas, al asegurar que detrás de todos los cuestionamientos «hay intereses que no son los del país».

De este modo, dejó en claro que la política del Gobierno no cambiará pese a las constantes y crecientes presiones que se dan tanto en el plano internacional como en el doméstico.
Tras asegurar que este año «habrá saldo comercial positivo», Timerman se quejó de la «gente a la que le conviene tener una oficinita e importar en lugar de aportar a la economía real, a la industria nacional y dar trabajo».

Así, el Gobierno volvió a ratificar, una vez más, que los importadores están en una suerte de «lista negra» y que son los grandes responsables de jugar en contra del «Made in Argentina».
La tediosa «hoja de ruta» de los importadores
En este contexto, cabe la pregunta: ¿Cómo es trabajar hoy en día en la Argentina con productos del exterior? ¿Cuán difícil resulta sortear las innumerables trabas que se esparcen sobre las fronteras y que dificultan el ingreso de prácticamente cualquier bien al país?

Como se sabe, desde el 1ro. de febrero el Gobierno impuso la «ventanilla única», un sistema que, según los funcionarios, iba a implicar una reducción de tiempos y de costos.

Sin embargo, junto a esta implementación se crearon las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación, un trámite que implica básicamente tener que pedir permiso para realizar una orden de compra en el exterior.

En diálogo con iProfesional.com, un reconocido consultor de Comercio Exterior que asesora a una veintena de empresas -entre ellas una gran cadena de supermercados-, destacó que «la carga de los datos a través del sistema informático es relativamente sencilla y rápida. Pero esto es apenas el comienzo de lo que después se transforma en una odisea».

El formulario se tiene que completar con información precisa sobre el importador y los productos que éste pretende ingresar al país, tales como cantidad, precio unitario, total en dólares, origen, posición arancelaria, fecha de embarque y de arribo.

El experto recordó que luego, por más que no esté sustentado en ninguna norma escrita y que hasta el propio vicepresidente Boudou lo haya desmentido, «sí o sí hay que enviarle un correo electrónico a Moreno con los mismos datos en una planilla de excel para que él pueda llevar un control anticipado de esta información».

Según el experto, la práctica les fue demostrando a los empresarios que aquél que no enviaba el mail directamente -conocido como «nota de pedido»- no tenía suerte con las declaraciones juradas.

«Para evitar males mayores entendimos que teníamos que cumplir con este requerimiento, más allá de que muchos no entendemos para qué quiere la información que después le va a llegar a través de la AFIP», destacó el experto.

Aquí hay un punto clave en el largo camino que debe transitar un importador para poder ingresar desde un tornillo hasta un auto: el organismo que dirige Ricardo Echegaray -que tiene tres días para analizar las Declaraciones Juradas-, «en general les da salida, es decir, las aprueba, sin mayores problemas. Si observa alguna, es por un tema técnico».

Se estima que entre 3.500 y 4.000 solicitudes son presentadas cada día a través del sistema informático de la AFIP.

El problema es que según contó el experto, la «autopista» por la cual transitan las declaraciones juradas al comienzo, rápidamente se transforma en una suerte de «camino embarrado».
Esto ocurre cuando los documentos llegan a poder de Moreno que, según la normativa, cuenta con 10 días corridos para expedirse sobre las solicitudes. Sin embargo, en la práctica, los empresarios aseguran de manera unánime que este plazo se estira fácilmente hasta las dos semanas.

«El tema de los tiempos está en una nebulosa total. En los papeles dice claramente una cosa, pero en la práctica sucede todo lo contrario», se quejó un alto directivo de una gran empresa de indumentaria que, en épocas de «normalidad», solía ingresar al país varias decenas de contenedores al año.

¿Qué sucede una vez que la declaración jurada está en poder de Moreno? El funcionario puede darle «salida» (aprobarla), «observarla» (por alguna inconsistencia) o directamente «cancelarla».

Tal como informó iProfesional.com, en la actualidad, el 50% de las presentaciones se aprueba y la otra mitad queda bajo «observación».

A partir de allí se abre uno de los capítulos más complejos para cualquier hombre de negocios que busque ingresar productos a la Argentina.

«En general, si un pedido no prospera es porque Moreno vio algo que no le gusta: no está conforme con la política de precios de una empresa, o ve que importa demasiado, o que puede sustituir algún artículo con producción nacional. Ahí empieza a jugar la subjetividad de los funcionarios», aseguró el CEO de la empresa de indumentaria.

Cuando en el sistema informatizado «salta» que una declaración jurada está «observada», el empresario debe enviar un mail a la casilla de Moreno para iniciar las «conversaciones».

En ese correo electrónico deberá consignar el número de trámite y nuevamente todos los datos que había enviado previamente.

«Desde la Secretaría de Comercio Interior nos indicaron que, una vez que enviemos el mail, esperemos al llamado de los técnicos. Pero en general lo que yo les recomiendo a mis clientes es que no se queden quietos. A veces pueden pasar varios días sin respuestas, porque están desbordados», precisó el consultor experto en Comercio Exterior, que pidió estricto off the record por lo sensible del tema.

«Por eso, lo que yo sugiero es que envíen el mail, pero también llamen y hasta se den una vuelta por la Secretaría para ver en qué situación está la declaración jurada», recalcó.

Un punto clave y que explica lo crítico que puede resultar tener una declaración jurada frenada es que «muchas veces paran una y no tocan ni analizan las sucesivas presentaciones que un empresario haga hasta que no se resuelva esa primera que quedó observada.Es decir que a un empresario se le frena todo el negocio».

El rol de los «misteriosos» técnicos
Para ponerse en contacto con los empresarios, desde la Secretaría de Comercio Interior nunca se manejan por mail. Nada queda por escrito. Todo se resuelve telefónicamente.

El CEO de la empresa de indumentaria relató que «a veces llaman a mi secretaria y otras directamente a mi celular, que siempre hay que consignarlo en los mails que se envían».
«¿Quiénes realizan esos llamados?», consultó iProfesional.com, a lo que el directivo respondió: «Siempre son técnicos, pero nunca sabemos sus nombres. Ellos mismos se presentan y autodenominan como `técnico 1` o `técnico 2`. Creo que en total son nueve y no tienen permitido decir cómo se llaman. Sólo se manejan con números».
«Algo importante es recordar el número del técnico que tiene tu caso para futuras negociaciones», recomendó el empresario.

Cabe destacar que un mes atrás, en el marco de una «megacumbre» en la que juntó a unos 200 hombres de negocios, Moreno les había advertido: «No hay más charlas de pasillo. Si yo veo hablando a uno de los míos con alguno de ustedes me voy a enojar mucho. A mis colaboradores no los conocen y no los van a conocer nunca», para luego agregar que se olviden de realizar gestiones «ante senadores, diputados o intendentes».
En este contexto, el directivo se lamentó de que «antes de los cambios del 10 de diciembre había otro feeling. Se podía charlar y los otros funcionarios se mostraban más comprensivos. Ahora todo lo maneja Moreno».

A partir de allí se abre una negociación que puede durar horas, días o semanas: «Cuando te llaman te indican cuál es la causa por la cual te demoraron la declaración jurada. En general son dos las razones: porque no están conformes con la manera en que manejaste la pauta de precios de tus productos o porque quieren que bajes el ritmo de importaciones».

El paso siguiente es presentar una carpeta con un cuadro Excel impreso y digitalizado en CD con la siguiente información:

• El listado de todos los productos que comercializa la firma en el mercado local, incluso aquellos que no tengan relación con las importaciones.

• Para cada uno de los artículos, hay que indicar el precio de venta en pesos de los últimos dos años (2010 y 2011) y sus estimaciones para todo 2012.

• Los hombres de negocios también deberán mostrar las previsiones de importación y exportación en dólares, para el período en curso.

Un empresario vinculado al rubro de la electrónica y miembro de una de las cámaras sectoriales más influyentes del sector, aseguró que «una vez que entregás la carpeta hay dos pasos: necesitás un `sí` por el tema precios y un `sí` por el tema importaciones».

«A partir de ahí te pueden pedir que les expliques por qué subiste tanto los valores de venta, te pueden solicitar material extra para que demuestres tu estructura de costos y hasta te pueden exigir que moderes las alzas pautadas para este año, si es que querés importar», indicó el empresario.

En caso de que se obtenga el tan ansiado «sí», se abre otra negociación para ver qué volumen de productos le permiten ingresar al importador.

«Por lo general, siempre te piden que sustituyas más con producción nacional o que hagas un aporte de capital y, en el caso de las grandes, que no haya giro de divisas… todo suma», recalcó.
Una vez que el importador obtenga los dos «ok» por parte de Moreno, en cuestión de días las Declaración Jurada pasa a tener estado de «salida» y el empresario recién ahí puede realizar la orden de compra en el exterior.
Sin embargo, hay excepciones: desde una compañía afiliada a la Cámara de Importadores alertaron que «nosotros y muchos de mis colegas presentamos listas de precios, compromisos de reducir importaciones y toda información accesoria exigida por la Secretaría de Comercio Interior y así y todo no nos salieron las solicitudes».

El día después
A esto se suma la otra parte de la historia: si el producto que se quiere importar forma parte de alguna de las 600 posiciones arancelarias que están alcanzadas por las Licencias No Automáticas, el derrotero puede extenderse por varios meses más.

Sucede que, a partir de allí se abre otra negociación, pero esta vez con Beatriz Paglieri, la mano derecha del «guardián de las fronteras».

Cabe recordar que durante los primeros días de implementado el sistema de Declaraciones Juradas, los importadores pensaban que, una vez aprobadas las mismas, las licencias saldrían de manera casi automática, entendiendo que con todos los números en orden, el Gobierno se volvería más flexible.

Pero esto no es lo que está sucediendo. Por el contrario, el CEO de la compañía de indumentaria indicó que «las demoras que tenemos con las licencias son la peor parte de esta historia. Yo tengo pedidos frenados desde hace seis meses».

Finalmente, en caso de haber superado con éxito todas las barreras, igualmente suele quedar un sabor amargo en la boca de los empresarios: en general, muchos de ellos están autorizados a importar un 20% menos que el año pasado y a no modificar los preciosmás allá de lo que el Gobierno considere razonable.

En este contexto, Timerman sintetizó la política de «sintonía fina» que llegó para quedarse: «Hace unos años se promovía la apertura de las importaciones. Era lo mismo fabricar acero que caramelos… entonces aumentaban las importaciones pero, al mismo tiempo, bajaban las exportaciones y cerraban fábricas, la gente se quedaba sin trabajo, caía el consumo y entrábamos en crisis crónicas».

Ahora, según el CEO consultado por este medio, «la clave es cerrarse al mundo para cuidar los dólares, cueste lo que cueste. El problema es que, en muchos casos, los consumidores y la propia industria se ven perjudicados».

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