FUENTE: iProfesional
Empresarios del sector importador aseguraron que algunos contenedores llevan más de 300 días demorados en el puerto. Los industriales festejan la medida y aseguran que es clave para sostener el empleo. Para el Gobierno no es juego: con este «cerrojo» busca continuar asegurando el colchón de dólares.
Por Juan Diego Wasilevsky
Las empresas dedicadas a la fabricación y comercialización de juguetes en la Argentina ya están en la recta final del que tradicionalmente es uno de los dos puntos más altos del año para este negocio: el día del niño.
La novedad de este 2011 es que, como el 14 de agosto el tradicional festejo coincide con la elecciones primarias, las firmas nucleadas en la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) resolvieron posponer una semana la celebración.
De este modo, el festejo esta vez no se desarrollará el segundo domingo de agosto, sino que pasará al tercero.
«Confiamos en que este cambio fortuito pueda ser capitalizado por todo nuestro sector para que las ventas sean aún mejor de lo esperadas», explicó la cámara en un comunicado.
En este contexto, un relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), destacó el buen momento que está atravesando el sector: «En julio las ventas de juguetes crecieron 7% en cantidades frente a igual mes del año pasado. Es un nivel de aumento importante si se tiene en cuenta que este año se desplazó el día del niño, con lo cual, la venta no se debió a compras anticipadas por ese festejo. Eso anticipa que agosto será un excelente mes para las jugueterías».
Y este sector, impulsado por las preferencias y demanda de los más chicos, está lejos de ser un simple juego: es un negocio que mueve, anualmente, más de 1.200 millones de pesos y, de los cuales, cerca de un 10% corresponde a inversión publicitaria.
Sin embargo, esta fecha, en la que cada uno de los eslabones de la cadena que integran el negocio esperan capitalizar el buen impulso que tiene el consumo, no todos van a estar de festejo.
En efecto, tal como señalaron a iProfesional.com fuentes vinculadas con la importación, en la Aduana se están agolpando decenas de contenedores cargados con juguetes, mayoritariamente procedentes de China, que actualmente es responsable de la fabricación de más del 70% de los productos que se comercializan en el mundo.
De hecho, aseguraron que los niveles de importación prácticamente no crecieron con respecto al año pasado, en un contexto en el que el mercado local está en franca expansión.
¿Las razones? Así como el Gobierno frenó miles de autos en la frontera a comienzos del año y decidió trabar el ingreso de alimentos y artículos para el hogar, también implementó un «cerrojo» para regular el ingreso de juguetes. De este modo, buscan que este sector no demande en el mercado más dólares que el año pasado en concepto de operaciones de importación.
Sucede que, en momentos en que el superávit comercial muestra una caída superior al 25% y que la fuga de capitales en el primer semestre alcanzó los u$s10.000 millones, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, busca garantizar el mayor caudal posible de billetes verdes.
Con este fin, apela a dos estrategias bien conocidas por el ámbito empresario:
• Mediante el «retaceo» de los permisos de importación, conocidos como licencias no automáticas, que consisten en un trámite burocrático que no puede demorar más de 60 días desde que se solicita hasta que se aprueba, según dispone la Organización Mundial del Comercio, plazo que no se cumple en el país.
• Mediante el polémico plan del «1 a 1», que el Gobierno viene impulsando desde 2009 y que consiste en obligar a las empresas a compensar cada dólar que destinan a la importación con una cifra similar en concepto de exportaciones, mediante la presentación de un programa de comercio exterior y una declaración jurada como respaldo. Este plan es el mismo que debieron enfrentar las automotrices instaladas en la Argentina.
Así, juguetes hoy populares como los de «Ben 10» o los del tanque de Hollywood «Cars 2», tienen problemas para pelear en las góndolas por una porción del negocio.
En este contexto, el gerente de una de las principales comercializadoras radicadas en el país, aseguró que «hay muchas dificultades para obtener los permisos. Algunas empresas están recibiendo luz verde para importar pero otras hace 8 meses que tienen el contendor parado porque no obtienen una sola licencia».
El directivo, que pidió estricto off the record por la sensibilidad que despierta el tema en las esferas oficiales, aseguró que «las liberaciones tardan, en promedio, unos 100 días, pero hay un rango totalmente asimétrico: algunas se logran en dos meses pero otras ni siquiera en 300 días. Esto hace inviable cualquier plan empresario».
Ante la consulta sobre la posibilidad de que haya escasez juguetes en las góndolas, el empresario se lamentó de que «habrá faltantes» y que, por más que se comiencen a liberar contenedores en estos días, el tiempo necesario para realizar toda la logística no permite que muchas compañías lleguen a tiempo.
Cabe destacar que actualmente, según la CAIJ, el 38% de la torta está en manos de la industria nacional, mientras que el 62% restante corresponde a ventas de artículos importados, principalmente de China, Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil. De ahí la relevancia de estos artículos en el mercado local.
En este contexto, el directivo, que participó en varias de las reuniones convocadas por Moreno, aseguró que «mucho de lo que se ve en televisión directamente no va a estar disponible para la venta. No va haber variedades, porque la fabricación la decide una casa matriz que en general tiene centralizada la producción en países asiáticos».
En este sentido, también destacó que «no hay cliente más difícil de satisfacer que un chico. Porque no aceptan imitaciones o sustitutos. Si ven un producto en el cine o en una publicidad quieren ese producto y se acabó. Por eso vemos que esta medida no es muy efectiva para reemplazar lo importado por producción nacional».
Además, se quejó de que lo que está entrando se reparte de manera «desigual» y que las jugueterías tradicionales, que viven exclusivamente de la venta de estos artículos, deben competir por la obtención de las licencias con los supermercados y hasta con las casas de comida rápida, que incluyen artículos importados en sus menús infantiles.
«Hace cinco años, el 50% de lo que se importaba lo vendían las cadenas y comercios minoristas, que si no tienen juguetes, cierran sus puertas. Hoy tienen apenas el 33% del negocio. Lo que pedimos no es que le dejen de dar permisos a los supermercados. Pedimos que se entreguen con una visión más estratégica. No tiene sentido dejar morir al canal minorista», explicó el empresario.
La visión de la industria
En este marco, Norberto García, ex presidente de la CAIJ y una de las voces más representativas de los industriales del sector, confirmó a este medio que «alguna variedad puede que falte», pero destacó que «es producto una política de Estado donde los dólares tienen que quedar para el Banco Central y no para comprar espejitos de colores».
«No estoy de acuerdo con que los importadores ahora vengan a quejarse cuando hace dos años se les dijo bien clarito cuál era la estrategia oficial: la de apoyar la producción y el empleo y no favorecer a la importación», explicó García.
El fantasma del 1 a 1
En este contexto, la fuente en off, que en varias ocasiones participó de las reuniones organizadas por Guillermo Moreno, aseguró que «a algunas empresas que no llegaron a compensar todos los dólares, el secretario de Comercio les dio un poco más de plazo para que puedan alcanzar la meta a la que se habían comprometido con el 1 a 1. Pero igual dejó en claro que el régimen seguía vigente y había que cumplirlo sí o sí».
De este modo, al igual que sucede actualmente con la industria automotriz, los importadores de juguetes están recurriendo a todo tipo de estrategias para poder cumplir con el polémico plan.
«Hay empresas que se enfocaron en la exportación de artículos de cuero, otros salieron a vender concentrados de frutas para la industria alimenticia, mientas que la mayoría trató de tejer alianzas con fabricantes nacionales para colocar juguetes en el exterior, ya que es el rubro donde mejor se manejan», destacó el directivo.
En este contexto, García se mostró satisfecho por la imposición oficial: «El sistema funciona, quiere decir que se puede hacer. Hace años había empresas de primer nivel que venían a decirnos que no nos compraban porque preferían lo importado. Hoy vienen a buscarnos para poder exportar a sus filiales».
Según García, «este tipo de estrategias son las que permiten que hoy la industria nacional tenga el 38% del mercado, cuando durante la convertibilidad apenas llegábamos al 10%».
Al respecto, aseguró que «nuestra idea no es quedarnos con todo el market share. Sería ridículo. Hay productos que sí o sí hay que importar. Por eso, nos conformamos con llegar en el corto plazo a tener el 50%. Sería un punto de equilibrio».
Tal como viene informando iProfesional.com, esta política de tolerancia cero hacia las importaciones, generó que numerosas multinacionales, de diversos rubros, se vean obligadas a realizar procesos productivos en el país para poder seguir operando. Y la industria juguetera no es la excepción.
En efecto, en lo que va del año ya se instalaron tres empresas extranjeras para fabricar localmente y no perder mercado.
Una de ellas es Sulamericana, una compañía de origen brasileño líder en la fabricación de disfraces y que opera con licencias de marcas exclusivas como Warner, Disney y Dream Works. En la Argentina ya cuenta con una planta de 1.500 metros cuadrados.
Otra de las compañías es la italiana Chicco, una de las líderes a nivel mundial en la producción de juguetes para bebés, y que ya cuenta con un establecimiento en Victoria.
Por último, en el listado de aquellas firmas que no tuvieron más remedio que ceder a las presiones de Moreno figura Hasbro, que se asoció con una firma local para fabricar sus juegos de sociedad.
A pesar de estas iniciativas, el directivo de la compañía importadora aseguró que «no se podrá sustituir todo. Es imposible. Hay empresas que sólo fabrican en un punto en el mundo y su política es manejar el mismo precio de exportación para todos los países. Por lo tanto, si se pretendieran hacer acá, además de las limitaciones técnicas, esos juguetes saldrían al mercado a un precio inalcanzable».