Tras el gran protagonismo que tuvieron durante la crisis, los mercados en vías de desarrollo encienden luces de alerta; la desaceleración de China y la recuperación de EE.UU., en la lupa.

Por MARIA FLORENCIA CARBONE

Los «emergentes» esperan. ¿Será que los últimos sacudones anuncian, como en el famoso cuento infantil, que se acerca la medianoche y con ella el final del hechizo que los tuvo como los grandes protagonistas de la última década?
«Estamos en la parte del ciclo económico de estabilización o caída. Lo que pasó fue el auge y el momento de estrellato en que hubo influjos de capital fuerte en los emergentes», explica Mariano Turzi, coordinador del Programa de Asia Pacífico de la Universidad Di Tella y autor del libro Mundo Brics.

¿Fueron años de viento favorable gracias a un alto precio de las materias primas y la creciente demanda de China o mérito de cambios sustanciales que hacen que esos países (o algunos de ellos) hayan conseguido un lugar en la mesa principal de discusión?

Turzi admite que algunos aprovecharon mejor esos factores favorables para hacer reformas estructurales, diversificar su perfil exportador, moverse en la cadena de valor o potenciar sus empresas y marcas. Otros se dedicaron más a consolidar regímenes personalistas y extractivos. Consecuencia: «Ahora vendrá el momento en que veremos que no todos los emergentes son iguales. China claramente ya tiene un lugar en la mesa principal. Rusia se lo está ganando a fuerza más de músculo diplomático militar que por valor económico», responde.
En poco tiempo, los emergentes pasaron de ser el reaseguro de la economía mundial (tras su desempeño salvador durante la última crisis) a sumar chances para transformarse en el eslabón más débil de la cadena.

¿Será que estamos condenados a ser eternamente emergentes o que para hablar con más propiedad del tema sería bueno crear categorías intermedias que distinguieran entre aquellos que realmente están camino a emerger y aquellos que pasarán mucho tiempo en esta condición antes de poder asomar a la superficie?

Roberto Bouzas cree que esas categorizaciones tienen más un sentido periodístico y publicitario que una fundamentación sólida. «Lo mismo que la noción de BRIC (acrónimo creado por Jim O’Neill, para designar a Brasil, Rusia, India y China), son invenciones que tienen que ver en buena medida con la creación de agregados de países que por alguna razón resulten atractivos en un momento particular. Antes, llenarse la boca con el concepto de emergentes era tan parte de la moda como hoy lo es decir que los emergentes fracasaron y que estamos en el fin de una época. Hay mucho de ciclotimia que tiene que ver con el ciclo económico, pero también con el ciclo de las noticias y de las ansiedades de los analistas y economistas» dice el director académico de la Maestría en Relaciones y Negociaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés.

Bouzas señala una cuestión en particular: la categoría «emergentes» reúne a un conjunto de países muy heterogéneos.
«Algunos realmente han hecho una transformación que los colocará en otra posición en la economía internacional; en otros eso no está tan claro. Por caso, no tengo dudas de que de China es una potencia emergente que tendrá un impacto sustancial en la forma en que se distribuye no sólo la actividad económica sino también el poder en el ámbito internacional. Incluso con desaceleración y con la emergencia de problemas que ya nadie puede negar como la contaminación, seguirá traccionando por su dimensión y por la potencialidad que todavía tiene en términos de trasladar mano de obra desde la agricultura hacia las ciudades. Pero respecto de Sudáfrica o India, incluso de Brasil, la cosa es más dudosa. India aún no empezó esa transformación en la misma escala y no está claro que la vaya a tener igual que China. Y el caso de Brasil es especial porque básicamente es un proveedor de recursos naturales. En ese sentido comparte mucho con la Argentina, hay una diferencia de dimensiones obviamente, pero en ese contexto de economías emergentes, Brasil tiene una posición relativamente secundaria desde del punto de vista de los cambios estructurales», explica.

Al respecto, Turzi recuerda que en Mundo Brics planteó la necesidad de hablar de «emergentes» y «sumergentes» para diferenciar entre aquellos que pueden/saben emerger y los que no.

«Esto se muestra en el relativo desencanto por los Brics en favor de otros acrónimos que incluyan a México e Indonesia; el atractivo de la Alianza del Pacífico, la preferencia por mercados de frontera como Nigeria. Hay que diferenciar si la categorización es de inversión, de política internacional o de desarrollo sociopolítico y económico», dice.
Para Juan Pablo Lohlé, embajador argentino en Brasil entre 2003 y 2011, el problema de los emergentes tiene como correlato la mejoría en la economía norteamericana.

«Es natural que mejorando la situación en Estados Unidos los capitales que miraban a los países emergentes comiencen a mirar nuevamente a Estados Unidos. Por otra parte, los emergentes tienen que resolver problemas estructurales importantes. En Brasil hay movimientos sociales que están reclamando mejoras. La Argentina tiene un problema inflacionario, de gasto público y de tipo de cambio. Tiene que tomar medidas independientemente de quién sea el gobierno. Lo mismo le pasa a otros países emergentes. La pregunta es si los emergentes finalmente emergerán o van a ser eternamente emergentes. Mientras hubo una crisis global, en Estados Unidos y Europa, los emergentes focalizaron la atención, pero ahora ese foco empieza a apuntar hacia adentro de los propios emergentes. Es cierto que están comparativamente mejor, pero también que tienen mucho por corregir», comenta.

Jean-Pierre Lehmann, profesor de Economía Política Internacional en el International Institute for Management Development (IMD) -una de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo- y director fundador del Grupo Evian (un reconocido think tank con base en Suiza), responde sin dudar.

-El hecho de ser emergentes permitía imaginar a países como Brasil o la Argentina, entre tantos otros, pensar que estaban en el buen camino para dar el salto a la próxima categoría. Hoy eso parece más lejano.
-Es mucho más lejano.

-¿Dejar de ser emergentes?
-En inglés hay una frase: middle income trap (la trampa de ingresos medios, que tiene que ver con el nivel de desarrollo que puede alcanzar una economía, que queda bloqueada a cierta altura). Es posible para un país desarrollarse, hacer crecer su economía hasta llegar a los 15.000 dólares de PBI per cápita aproximadamente, pero después la cosa se hace mucho más difícil. Hay algunos ejemplos que lo lograron. Por caso, la situación de Corea del Sur, uno de los países más pobres del mundo en los años 60 y que hoy es parte de la OCDE, que logró tener un PBI per cápita de 30.000 dólares, una sociedad de clase media. Es posible, pero como acá hay muchas tendencias diferentes, habrá algunas sociedades que tendrán más éxitos que las otras.

Por ahora son más las dudas que las certezas. ¿Será que efectivamente se acerca el fin del hechizo y la realidad volverá a ser más dura para todos los emergentes? ¿O pasará como en la historia infantil, y aquellos que logren «entrar» en el zapato podrán permanecer en la antesala del más selecto club? El tiempo escribirá el final de esta historia.

82%
Coface. La última encuesta sobre la gestión del riesgo de crédito corporativo en China (realizada en el 4° trimestre de 2013), reveló que 8 de cada 10 empresas de ese país experimentaron retrasos en los pagos.

30%
Pasado feliz. Entre 2000 y 2008, Brasil, Rusia, India y China (que a partir de 2001 fueron agrupados en el acrónimo BRIC por el economista Jim O’Neill) fueron responsables del 30% del crecimiento de la economía global.

Fuente: La Nación/Suplemento Comercio Exterior

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